Esto es parte del Diario De Madagascar, y viene desde Ille Sainte-Marie

Ranohira, Parc d'Isalo

img_3228 img_3258

Domingo 29 de julio

img_3261
Hemos pasado un día estupendo con nuestro guía Zuzuly, que nos ha hecho caminar un montón, incluso largos trechos bajo el sol de mediodía. Él se preocupaba mucho de que llevásemos suficiente agua y nos pusiésemos crema solar. Lo que para nosotros ha sido un esfuerzo agotador para él ha sido un paseíto, que mañana repetirá de nuevo con otros visitantes. Para aliviar cada trecho hemos disfrutado de baños refrescantes en una piscina natural y en la Cascada de las Ninfas, pero aún así ahora estamos agotados, muertos. A mí me duele un poco el pie, que me torcí a media tarde al bajar por las cañadas, y que hasta ahora no me había molestado. Hemos hecho muchas fotos lindas y el día, desde el amanecer radiante (poniéndose la luna llena tras las montañas) hasta la puesta de sol, ha sido perfecto. No tenemos fuerzas ni para contarlo.

Aquí en el altiplano hay paisajes que parecen del Far West.

img_3059 img_3065

Muchos makis, hablar francés, el vazaha esloveno (que conocimos en los baños de Ranomafana y que volvimos a encontrar en Ambalavao) con el cuello jodido por saltar a la piscina a lo loco, calor, agua fría por la cabeza, tumbas en piedra, paisajes 'assolutamente stratosfericos' (según una italiana), caminatas de Tintín en Madagascar, cañones, ríos, cascadas, la Ducha del Rey, sabana, termitas, insectos invisibles, sol, ausencia de leones y jirafas.

img_3475

Ifaty

Martes 31 de julio

Estamos en un hotel precioso. Los bungalows están en primera línea de playa y como tienen dos pisos hay unas vistas impresionantes. Desde mi lado de la cama se ven las dunas y en el otro lado el mar. Ayer hacía muchísimo viento, pero hoy está más suave el mar. Desde el balcón del restaurante, que está bastante alejado del bungalow, se ve a los paisanos buscando ingresos. Mujeres con cestas llenas de souvenirs, hombres con piraguas que se ofrecen para llevar a turistas al arrecife. Ayer leí en la quía Lonely Planet cuál era la media de ingresos anuales. Ya he borrado esa información, pero sí recuerdo que era bien poco. Ellos, delgados y en busca de curro, nos pueden observar llenándonos con croissanes, brioches, fruta... ¿nos odiarán?

img_3365

Estamos solos, es decir, ya no viajamos con Olivier. Nos da pena, porque era muy placentero viajar con él. No sólo era un chófer fantástico, sino también una valiosa fuente de información. Ahora nos tenemos que buscar la vida en cuanto a organizar excursiones. En breve oiremos si nos podemos apuntar a una para ver el spiny forest y los baobabs, que son diferentes de los baobas cerca de Morondava. A ver qué nos trae el día.

A sugerencia de nuestros acompañantes franceses hemos comido en Chez Freddy, en la playa, más rico y barato que en el hotel, y luego hemos caminado hasta el bungalow luchando contra el viento, dos horitas.

Aquí hay bichos muy listos (geckos y pájaros) que esperan cerca de las lámparas a que los insectos se sirvan amablemente como cena.

En días previos había momentos en que me sentía como en casa. Aquí, como en Galicia, tienen una gran población de eucaliptos importados desde Australia, y cuando recorríamos con Olivier las cerradísimas curvas de las carreteras de montañas a veces uno no se creía en Madagascar. La impresión duraba poco, a veces porque aparecían lugareños con carros de zebús, casi siempre porque el resto de la vegetación es bien exótica: palmas del viajero o bananos, por ejemplo. Pero lo que siempre marcaba la diferencia es la impresión de inmensidad indomable del paisaje: más grande todo, el cielo más alto, el horizonte más lejano, las montañas más abruptas y frondosas, la lluvia más abundante y repentina. Parece que a este país no hay quien lo domestique, y no quisiera verlo en temporada de ciclones.

El queso (seguramente de vaca, pues la zebú da seis veces menos leche) también recuerda a veces en su acidez a alguno que he comprado en el mercado de abastos de Santiago, pero sobre todo la sopa silamangary que probamos en Antsirabe me recordó muchísimo al caldo gallego, quizá porque es igual de nutritiva y reconfortante. Servida en un cuenco inmenso, es un caldo con hueso y cartílago de zebú y verduras, y en realidad comprate con el gallego sólo el agua, la patata y la sal. Estaba buenísima.

Me sorprendo haciendo estas comparaciones con Galicia. Recuerdo a aquel turista que mi tío Luis oyó en algún lugar de Amsterdam diciendo a su mujer "estas galerías somo como las de la Plaza de María Pita", que ya hay que tener voluntad de encontrar similitudes. Estas anotaciones son igual de ridículas, tienen el mismo poco sentido. Para llegar hasta este Hotel Paradisier cerca de Ifaty hemos pasado por Toliara, lo más cerca que he estado nunca del Trópico de Capricornio, imagínate. Creo que caía a unos diez kilómetros al sur más o menos.

Aquí sin embargo ya no hay similitudes posibles. Ya no hay selvas tropicales ni eucaliptos, sino flora espinosa y baobabs, y una luz casi mediterránea, pero más lechosa. Y mucho viento por las tardes, que nos trae olas de las que hacen dormir pronto.

(Y aún así... algo -¿será el aire que respiramos, o que el suelo sigue estando abajo?- hace que no todo sea absolutamente extraño).

img_3438

Miércoles 1 de agosto

Estamos de aniversario: hace tres años que llegué a Amsterdam.

Anoche soñé que nos casábamos en un barco, a veces un yatecito, a veces un trasatlántico. El salón para las copas era como el Club de Mar de Aguete. Los camareros y el capitán lucían espléndidos uniformes de marino.

También soñé algo con Ana G.

Hoy hemos ido en piragua a ver los mangroves, y luego el arrecife de coral y su fauna con gafas de bucear que tuvimos que compartir. El negocio de piraguas parece dirigido por Monsieur Samedi, un señor robinsoniano que nos organizó después una parrillada de pescados enormes en su propia casa. Tenía una familia inmensa repartida en cuatro o cinco chozas. Nos había instalado una mesa a la sombra de un tejadillo, con el pescado, el arroz, y un puñadito de sal. Compró el pescado por 10.000 aryary a una señora que pasaba por la playa por la mañana, aún coleando, y nos cobró otro tanto por la preparación. Total ocho euros, y dos más de propina. Estaba buenísimo, pero Mara no disfrutó mucho del entorno, un poco miserable. Eso sí, pudimos ver con más detalle los interiores de Ifaty, con su escuelita, sus puestos de mandioca y patatas dulces, sus chozas y sus empalizadas con gente y animales.

img_3512 img_3370

Continúa en Morondava.


EditThis! (edited 2007-08-13 11:48) [info] [diff] ♦ Print [help]
Search. Links to this page.
Recent changes, Wiki Front Page, What is this wiki?